A principios de los años 2010, mientras muchos aún pensaban que Bitcoin era "dinero de videojuegos", un joven idealista llamado Ross Ulbricht soñaba con crear un mercado libre, sin gobiernos, sin bancos, sin reglas impuestas desde arriba.
Inspirado por el libertarismo extremo, la criptografía y la filosofía del agorismo, creó un sitio en la dark web al que llamó Silk Road (Ruta de la Seda), en referencia a las antiguas rutas comerciales que conectaban Oriente y Occidente.
Pero esta vez, el comercio sería… muy distinto.
Silk Road se lanzó en 2011. La premisa era sencilla (y peligrosa):
"Compra y vende lo que quieras, sin que nadie te controle".
Desde marihuana hasta LSD, documentos falsos, armas y hasta servicios de hackers, todo estaba disponible. Lo único que se necesitaba para comprar era:
Bitcoin fue la moneda elegida porque era descentralizada, difícil de rastrear y nueva. En ese entonces, muy poca gente entendía cómo funcionaba.
Perfecto para un mercado en las sombras.
Gracias a Silk Road, Bitcoin empezó a ganar notoriedad mundial, aunque no por las razones que muchos querían.
Aunque nunca se pronunció directamente sobre Silk Road, Satoshi Nakamoto aún estaba activo en los foros cuando se empezaba a hablar del tema.
En algunos mensajes, mostró preocupación por la posible asociación de Bitcoin con actividades ilegales. Poco después, Satoshi desapareció para siempre en 2011.
Algunos creen que Silk Road fue una de las razones que lo empujaron a desaparecer.
Entre 2011 y 2013, Silk Road se volvió el “Amazon de la droga”, procesando millones de dólares en transacciones.
Ross Ulbricht, bajo el alias “Dread Pirate Roberts”, se convirtió en una especie de leyenda digital.
Pero los gobiernos también estaban mirando.
Durante años, el FBI, la DEA y otras agencias internacionales investigaron Silk Road. Usaron errores técnicos, infiltraciones y hasta redes sociales para seguir el rastro.
En octubre de 2013, atraparon a Ross Ulbricht en una biblioteca pública en San Francisco.
Estaba conectado al sitio… desde su laptop.
Ese mismo día, Silk Road fue cerrado, y se incautaron más de 144,000 BTC de sus wallets. (¡Hoy eso valdría más de $9 mil millones!)
Ross fue condenado en 2015 a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional por:
Para muchos, fue un castigo excesivo.
Para otros, un mensaje claro: la ley también se aplica en la internet profunda.
Aunque Silk Road representó un mal uso de Bitcoin, también sirvió como prueba de su utilidad:
Bitcoin no es bueno ni malo. Es una herramienta.
Lo importante es cómo se usa… y por eso hoy existen plataformas como Tulkit Pay, que hacen las cosas bien, claras y con propósito.
¿Silk Road dañó la imagen de Bitcoin o ayudó a demostrar que sí podía funcionar como dinero digital?
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